Clostridium botulinum, la bacteria de la cual se deriva el Botox, se encuentra en muchos entornos naturales, incluidos el suelo, lagos y bosques.
La bacteria también se puede encontrar en el tracto intestinal de mamíferos y peces y en las branquias y órganos de los cangrejos y otros mariscos. Tales casos naturales de bacterias y esporas de Clostridium botulinum son generalmente inofensivas. Los problemas solo surgen cuando las esporas se transforman en células vegetativas y la población celular aumenta. En cierto punto, las bacterias comienzan a producir toxina botulínica, la neurotóxica responsable del botulismo.
Las neurotóxicas atacan el sistema nervioso, interrumpiendo los procesos de señalización que permiten que las neuronas se comuniquen de manera efectiva.